Acabo de leer
esto. Haciendo trámites en el centro, pasé por la Catedral, que está siendo reparada para el Bicentenario y vi, detrás del cartel que indica el responsable de la obra, a dos obreros que apenas pasarían los treinta años, muy cancheros con la ropa de grafa casi impecable y el casco amarillo reluciente, charlando desde los andamios con alguien que estaba abajo. Nunca el proyecto nacional se me había aparecido con esa materialidad tan prepotente.
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