domingo, 7 de marzo de 2010

El goce del estadista




La carrera por el 2011, se sabe, empezó el 28-J. La gente -reivindico el uso de este término, delimitándolo como la mayoría necesaria para ganar una elección- rechazó un estilo confrontativo que votó en dos oportunidades y media porque el país lo necesitaba luego de un presidente tontolón -y porque el objeto de confrontación no fue una cultura productiva emblemática sino un aparato estatal corrompido. La gente no está en desacuerdo con el modelo socio-económico: puede vivir sus insuficiencias con un sueldo o una jubilación todavía escasos en relación con la inflación, pero en términos generales, su situación no es mala. Tampoco está en desacuerdo ideológico, porque el cambio en el patrón de acumulación capitalista es una discusión esquiva para el vulgo, que lo entiende y se posiciona cuando ya se ha consumado -el peronismo como ratificación del rumbo post-crisis del '30 y el menemismo como profundización del modelo iniciado en 1975-76. El comentario callejero de "se quieren afanar todo" no responde a una creencia ciega en el presunto mito liberal de la autonomía del Banco Central: es político en el sentido más "primitivo" del término. "La próxima vez votamos a otro y listo" es la conclusión dada de antemano. Los Kirchner son buenos administradores, y la gente supo votarlos por eso. Es lo único que, a pesar de todo, reconoce de positivo (mejor, de "no negativo") en el gobierno. Podemos acordar que Cristina dando cifras aburre, o no se la entiende, o lo que sea, pero así como "las formas" son bien concretas -se puede votar contra ellas-, también los "datos duros" tienen un contenido simbólico: siete años de crecimiento económico y de mejoras en la situación social general luego de una crisis fenomenal son más que la chance de una tercera vuelta. Se trata de la memoria que el kirchnerismo está construyendo para preparar la derrota. ¿Qué significan esas largas series de números sino el goce del estadista, o la certeza y la confianza de que una buena administración puede mejorar las condiciones de vida de los habitantes de un país? Ese goce es el que crispa. Contra ese goce arremete la oposición. Torcerle el brazo al gobierno, obligarlo a hacerse cargo de un ajuste, es lo que quiere. La oposición sin proyecto sabe que no podría gobernar con un recuerdo positivo de la administración kirchnerista. Por eso, se trata de abortar ese recuerdo. Porque en una coyuntura en la que no se avizoran grandes movilizaciones sociales ni procesos de construcción política popular, los números importan. No son sólo números. El recuerdo de Alfonsín padre puede ser positivo. Pero su gobierno terminó con la híper y de eso, todo el mundo, -la gente-, se acuerda.

1 comentario:

  1. bueno el blog, tal ves este artículo te interese

    http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/141579-45604-2010-03-08.html




    lito

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