jueves, 28 de octubre de 2010

Kirchner: reconocer la Nación


Un argumento que se repitió hasta el cansancio el día de hoy: Néstor le devolvió su lugar a la política. Me acuerdo cuando en marzo de 2008, confrontando opiniones con mi viejo sobre el paro patronal le dije que estaba contento porque parecía que había vuelto la discusión política a la calle. Durante siete años, la política para mí se había convertido casi en una práctica de laboratorio. Lo primero que hice cuando entré a la universidad fue leer a Marx, meterme de lleno en el Centro de Estudiantes, casi como una cuestión natural. La política era, por ejemplo, el rechazo a la implementación de una tarjeta magnética que restringía el acceso a la universidad, el rechazo a la Ley de Educación Superior, el rechazo a la Ley de Financiamiento Educativo. El Estado era el depositario de todas las críticas, el enemigo en todas las luchas, el gigante que solo se vencería con organización y con presencia en la calle. El cambio de gobierno de 2003 fue solo un esperable cambio discursivo luego de una crisis fenomenal.

Pero de repente la política no tenía su epicentro en la universidad. La política era algo que pasaba por la calle, bloqueando rutas, tomando posición, discutiendo, mirando la televisión. En el 2008, me cayó en la cabeza algo que no estaba en los planes: la cuestión nacional. La experiencia de haber nacido y haberse criado en un determinado lugar, una experiencia que la universidad reduce, en el mejor de los casos, a objeto de estudio pasivo y filtrado por un conocimiento que separa el país de la experiencia del país.

Gracias, Néstor, por devolverme esa experiencia vital.

martes, 26 de octubre de 2010

La planilla del censista en el barro de la política


"Un saludo para todos los censistas y censados de la Argentina! Construyamos juntos y con la mayor eficacia posible una herramienta clave para definir las próximas políticas públicas." He aquí mi estado en el Facebook, similar al de muchos compañeros kirchneristas o filokirchneristas que andan pululando por la red social. Una constatación básica: es probable que a buena parte de la sociedad argentina le importe poco y nada la "madre de todas las batallas", que pocos hayan esperado el asesinato de Mariano para reafirmar su antikirchnerismo, etc., pero lo cierto es que la política se respira en el aire. ¡¿O acaso alguien se imaginó alguna vez que iba a levantar como bandera política un censo, algo en lo cual poca gente esperaría el puntapié inicial para la política que le solucionará al menos alguno de los problemas que tiene?!

Lo curioso es que en lugar de apelar a la cuestionabilidad del INDEC, los medios recurrieron al tan mentado tópico -inflado pero no por eso menos "real"- de la inseguridad. Es que hay algo interesante en el Censo 2010. No se trata de una actividad que uno pueda cubrir rápidamente del halo de sospecha gubernamental, ideada por un funcionario oscuro en una oficina que poco tiene que ver con la casa de uno. Hay algo irremediablemente colectivo en el Censo: mañana, cerca de cuarenta millones de argentinos se van a encontrar con más de 650.000 compatriotas para hablar, en el lenguaje de la estadística, esto es el lenguaje del Estado vuelto instrumento político, sobre sí mismos y sobre los suyos, sobre sus condiciones de vida. El Estado planifica y dirige, pero el Censo, en parte, es una construcción colectiva. No de cualquier colectivo. De ese colectivo difuso que alguien llamó "sociedad civil". Un colectivo artificial, como cualquier colectivo, funcional a los fines de una política de Estado. Una ciudadanía. El Censo construye ciudadanía.

El censo también es una buena oportunidad para apreciar los límites inherentes a cualquier estadística: un lenguaje estandarizado nunca coincide exactamente con el modo en que cada uno piensa y siente su vida. El censo construye una realidad absolutamente interesada: nadie "manipula" una estadística. Las estadísticas las hace alguien y ya desde el nacimiento están "manchadas". ¿No sería un buen momento para que el gobierno saliera a decir: "Muchachos, esto siempre es un invento. El problema es para qué lo usamos"? En ese sinceramiento nacen las políticas públicas. El gobierno se vuelve Estado y al mismo tiempo se recorta como gobierno que quiere más Estado. El Censo también es más Estado: es construcción de Ciudanía.

lunes, 14 de junio de 2010

La mejor canción de los mundiales.

viernes, 11 de junio de 2010

La eficacia de la ortodoxia


La guerra con Clarín está llegando a su clímax. Así lo muestra la aceleración del análisis de ADN de los hijos adoptivos de Noble y del dictamen de la Corte Suprema sobre la suspensión de la Ley de Medios. Así lo muestra, también, la ortodoxia militante de 6, 7, 8, observable no solo en la machacanería en torno a Marcela y Felipe sino también en la rigidez cartoneril del nuevo logo del programa. Este no es un post sobre 6, 7, 8, pero me permito la digresión de defender el programa frente a cierta actitud crítica que pulula por la blogósfera nac & pop. Allí (aquí, perdón) se valora más la respuesta de un Boudou en un programa de algún multimedio -de dudosa eficacia- que los archivos insistentes destinados a invitados que se parecen mucho. Hay algo cierto: el supuesto debate en torno al tape muchas veces no es más que superponer capas y capas de un retórica bastante insulsa. 6, 7, 8 no le propone al espectador que escuche las dos campanas y elija cuál le suena más nítida, o más contundente. No produce el debate, sino que más bien lo escenifica. Pero el target del programa es bien claro: la clase media progresista que se acostumbró a la desilusión (Alfonsín, la Alianza) y que sabe subirse al tren cuando algo interesante pasa en la política (y en los medios). Esa es la palabra de la class media: "interesante". Y esa clase gusta de la retórica: no le embola que Estela de Carlotto sea parte del decorado. Los Derechos Humanos son su jerga. 6, 7, 8 es un producto para una sector del mercado (perdón, sociedad) bien definido y concreto. Y en tiempos de intensa diversificación de la demanda (ah, porque en "lo económico", los noventa siguen), allí reside su eficacia política.

(Como se habrán dado cuenta, la digresión se comió el post. En la próxima va la reflexión inicial).

domingo, 6 de junio de 2010

Noticia

Mi compañero Leandro Beier acaba de poner en marcha su blog, con materiales provenientes de discusiones, publicaciones y otras experiencias políticas y ya desde el vamos -el encabezado- le hizo decir a los medios concentrados que aquí también la N (ación) crece. Este blog promete.

jueves, 3 de junio de 2010





Gracias
por envolver el vaso roto;
mi amor, vos me cuidás.

.Edoña, El Rekolector, 2007.

lunes, 31 de mayo de 2010

Periodizar es hacer política

*






I

"El Conu" publicó hace unos días una encuesta interesante: ¿Cuándo terminaron "los noventa"? Las cuatro opciones son: con M*nem, con Duhalde, con Kirchner y no sé. La encuesta reacciona contra el uso habitual de esa categoría como estrategia militante. Los noventa son "pasado-pasado", según Conu, y el kirchnerismo debe hacer política relacionándose con su pasado, no con aquel lejano. La encuesta reunió, hasta ahora, más de 200 votos y 50 comentarios. Cuatro blogueros publicaron entradas alusivas, justificando su voto y haciéndose eco de la encuesta. Los resultados parciales mayoritarios son 'con Kirchner' 54% y 'con Duhalde' 38%.

II

La pregunta por el fin de una época, en un formato de escritura periódica como el blog, da cuenta de que algunos nos sentimos en medio de una transición histórica, y que necesitamos definir el límite anterior (el inicio) de esa transición para posicionarnos mejor y ser eficaces para sumar. En 2007 fue suficiente marcar una diferencia: un "país distinto", dijo CFK en su discurso de asunción, marcando el final de una etapa. Después, la diferencia se convirtió en oposición. Luego del fracaso de la estrategia "Nosotros o el 2001", el kirchnerismo tenía que poder señalar el neoliberalismo, y ahí estaba la tapa de Clarín.

III

Yo voté por Duhalde: década del noventa no es igual a neoliberalismo -con el que seguimos luchando. Todavía no podemos nombrar el futuro, así que tomamos el atajo del pasado (1946, o 1974).

IV

Un comentarista ratificó mi tesis de que Ricky es cosa del presente.

V

Bicentenario: ¿De la fiesta menemista a la alegría kirchnerista?


(*) Para mí los noventa fueron Vilma Palma e Vampiros.

sábado, 8 de mayo de 2010


Últimamente estoy trabajando la idea de que Kirchner no puede encarnar ningún futuro, la nueva política, la nueva sociedad o como quiera decirse. Creo, más bien, que es el único que queda de la política nacional de los últimos cuarenta años que puede meter el país en el baúl del auto y llevarlo hacia un lugar distinto. Incluso podría pensarse la cuestión en términos generacionales: producir generaciones de políticos -y entre ellos, unos poquitos conductores- es una de las tareas básicas de un país. La generación que escuchó hablar de Evita a sus viejos, la que fue a Ezeiza a recibir a Perón, la que fue reprimida, la que participó de los noventa, tuvo dos timoneles de Estado: Carlos Menem y Néstor Kirchner, que fueron, ante todo, dos grandes normalizadores (cuando "los setenta" tenían que llegar a su fin para pasar a otra cosa, llegó Menem, y cuando esa otra cosa -la convertibilidad en su sentido más total, como reforma económica y cultural- hizo crisis, llegó Kirchner). La fábrica de dirigentes se encarga de que alguien tenga capacidad de atracción o lucidez histórica para encarar las reformas necesarias, para marcar un punto de inflexión en la historia. Y, por supuesto, un dirigente siempre pone un poco de lo suyo: acepta el reto, o está ahí, en el momento justo.

Cuando Menem se abstiene para que Marcó del Pont pueda ser presidenta del Banco Central, reconoce que en el asiento del conductor viaja Néstor Kirchner.

lunes, 26 de abril de 2010

110x75: o cómo hacer de lo irrisorio una ciencia

Voy a hablar de un blog sobre afiches de cine, administrado por mi colega Matías Gil Robert. Puede parecer impertinente cruzar el mundo de la política actual con el mundo del arte cinematográfico de antaño, la tradición nacional y popular actualizada en la coyuntura con el trabajo anónimo oculto por el aura de las estrellas de cine. Pero no. Habrá que usar otra cabeza para entender por qué una cuestión particularísima, referible sólo a un pequeño grupo de coleccionistas o aficionados, puede servir para entender la puja redistributiva en tiempos de Yrigoyen, o las razones por las cuáles una película argentina terminaba en un cine turco.

No se trata de una voluntad de análisis desmedida, sino de una intención deliberada por parte del autor del blog en hacer una ciencia nueva, que pueda ver en el cambio de tamaño de un afiche de cine el ingreso de la Argentina en una globalización asimétrica (a partir de los años noventa, precisamente, las medidas pasaron de 110x75 a 100x70, de acuerdo al patrón norteamericano). Toda ciencia incluye el acto de clasificar como momento decisivo: "Tipos de afiche según origen". Cualquier actividad cietífica parte de la formulación de problemas: "El extraño caso del afiche mexicano del extraño caso del Hombre y la Bestia". El científico explicita su método: "Se puede leer la historia en un afiche de cine". Y es conciente de que sus resultados existen en tanto se escriben (se publican): a veces en forma breve y descriptiva, otras de manera más argumentativa y con cierta complicidad con el lector, pero siempre rigurosa.

Toda ciencia supone un posicionamiento político.

sábado, 24 de abril de 2010

Primera Encuesta Digital de Interpretación Nacional

Con semejante pomposidad nominal, ya se puso en marcha un modo inédito de interpretación sociológica colectiva, acorde con la reconversión blogger de la comunicación política. La validez de esta primera encuesta radica, precisamente, en el federalismo virtual, así que los insto a votar para construir entre todos un saber inscripto en la propia praxis.

lunes, 12 de abril de 2010

cintas verdes repartían...

El viernes a las siete, decenas de personas televidentes e internautas de 6, 7, 8 se concentraron en la plaza central de Bahía Blanca. Los, quizá, administradores del Facebook repartieron cintas verde esperanza que simbolizaban algo bastante más concreto y menos pomposo que "la patria", aunque probablemente igual de minoritario: la defensa de la ley de medios promulgada cinco meses atrás. Las batallas que libra el kirchnerismo tienen un grado de abstracción importante, y Clarín sabe aprovecharlo, atizando la llama de la anti-política que afloró luego de que la 125 se convirtiera en cenizas. Y esa abstracción ("la democracia") es la que parece movilizar a esa minoría que podríamos llamar class-media. Hay un placer legítimo en la distancia crítica, y en el auto-reconocimiento de pertenecer a una minoría que no se come el sapo. Así como la clase trabajadora tantea su dignidad en el bolsillo, la class-media la tantea en el televisor -o en los muros de Facebook-.

martes, 30 de marzo de 2010

Postal callejera

Acabo de leer esto. Haciendo trámites en el centro, pasé por la Catedral, que está siendo reparada para el Bicentenario y vi, detrás del cartel que indica el responsable de la obra, a dos obreros que apenas pasarían los treinta años, muy cancheros con la ropa de grafa casi impecable y el casco amarillo reluciente, charlando desde los andamios con alguien que estaba abajo. Nunca el proyecto nacional se me había aparecido con esa materialidad tan prepotente.

sábado, 27 de marzo de 2010

Sacco y Vanzetti en el Municipal


Hace unos días fui al teatro a ver Sacco y Vanzetti, escrita por Mauricio Kartún, dirigida por Viviana Ruiz y producida por la cooperativa de trabajo BAUEN. El texto se basaba en los rasgos grotescos de la farsa judicial y en sus resonancias contemporáneas. La conocida historia de los italianos anarquistas juzgados y condenados por italianos y por anarquistas. "Ahora pasa lo mismo con los bolivianos en Argentina, los turcos en Europa o los musulmanes en EE.UU", "Basta de criminalización de la protesta social"; el Sentido de la obra eran dos máximas hallables en cualquier panfleto de la izquierda argentina. Y así como cri-mi-na-li-za-ción es la anti-consigna por excelencia -el kirchnerismo debería entenderlo cuando habla de desendeudamiento-, la obra fue una continua declamación que mostraba a plena luz la soledad y la frialdad de un léxico al que se lo dejó canalizarse libremente a través de la obra. Debe costar mucho trabajo pronunciar una frase como "Viva la anarquía". Algunos personajes se paraban frente al público interpelándolo, pretendiendo arrastrarlo al juicio vergonzoso que se estaba llevando a cabo, pero la condena del Estado burgués, represivo y xenófobo venía dada de antemano, era su presupuesto fundamental. No había nada por descubrir en la obra, ni nada por reflexionar. Solo esa confirmación de devoción al tiempo sagrado del capital, en el que, siempre, todo sigue igual. El Estado es corrupto, amoral y represivo. La política estatal es la negación de los ideales. La Idea es merecedora predilecta del placer estético en un viernes a la noche. Y un discurso perfecto, esto es, terminado, es siempre mejor que los hombres y mujeres concretos que puedan internalizarlo en su lucha diaria.

miércoles, 24 de marzo de 2010

María Elisa

Hemos vivido para la alegría
por la alegría hemos luchado
y por ella morimos.
Que la tristeza no sea unida jamás
a nuestro nombre.

Julius Fučík

Ercilia Ángela te llamó mi abuela. Mi prima nunca te pudo llamar mamá. Y yo te llamo Chuchi, mi tía, la que no conocí.
Recuerdo del recuerdo de mi abuela que una vez subías al colectivo y viendo venir a las corridas a un muchacho, pediste al chofer que espere, y llegado el momento de arrancar, el muchacho siguió de largo y te tocó el culo. Así lo contaba mi abuela y reía, orgullosa de su hija. ¿Y vos tío? ¿También reíste, orgulloso, cuando te lo contaron?

Ustedes murieron dos veces, en mi infancia y en mi adolescencia, y ahora se me vuelven a morir. Cuando tenía 6 años pregunté a Meli si no estaba triste porque el papá y la mamá murieron en un accidente de autos. Y ella con sus 12 años me respondió: “No, porque no los conocí”. Esa fue mi primera pregunta a la muerte y esa es la única respuesta que me dieron. Y durante muchos años creí que era cierta, la mentira y la respuesta: aunque sean los propios padres no podés llorar por un muerto que no conociste. Mucho tiempo después sentí que no llorás lo perdido sino lo que nunca vas tener. Una tía y un tío míos: Juan Carlos Castillo y Ercilia Ángela Kooistra, el Negro y Chuchi.

No recuerdo el momento en que descubrí sus verdaderas muertes. Pero sí recuerdo el día, en que en una plaza pública, en una de las muchas manifestaciones en que estuve presente por el 24 de marzo, ví tu foto, Chuchi. Y me duele, me duele no poder hablarte a vos y usar esta ficción de la escritura para decirte que por primera vez te ví en el lugar de los desaparecidos. Era la foto que mi abuela tenía en el espejo circular enorme de su cómoda. Era la foto de una mujer radiante, de ojos claros y de abundante pelo rubio que sonreía. ¿Sabés la cantidad de veces que me dijeron que me parecía a vos? Y lloro de bronca porque cuando te desaparecieron, quitaron de mí la totalidad de una experiencia de vida: saberme y sentirme tu sobrina.
Por eso, en este instante Chuchi, Negro los abrazo, los lloro y los amo porque asesinados o desaparecidos son mis tíos y, esta verdad silenciada por años, hoy despierta, da tanta vida, que sonrío orgullosa de afirmar hoy y siempre que soy Natalia Fiore, su sobrina.

martes, 16 de marzo de 2010

Una punta para encarar la tarea.



domingo, 7 de marzo de 2010

El goce del estadista




La carrera por el 2011, se sabe, empezó el 28-J. La gente -reivindico el uso de este término, delimitándolo como la mayoría necesaria para ganar una elección- rechazó un estilo confrontativo que votó en dos oportunidades y media porque el país lo necesitaba luego de un presidente tontolón -y porque el objeto de confrontación no fue una cultura productiva emblemática sino un aparato estatal corrompido. La gente no está en desacuerdo con el modelo socio-económico: puede vivir sus insuficiencias con un sueldo o una jubilación todavía escasos en relación con la inflación, pero en términos generales, su situación no es mala. Tampoco está en desacuerdo ideológico, porque el cambio en el patrón de acumulación capitalista es una discusión esquiva para el vulgo, que lo entiende y se posiciona cuando ya se ha consumado -el peronismo como ratificación del rumbo post-crisis del '30 y el menemismo como profundización del modelo iniciado en 1975-76. El comentario callejero de "se quieren afanar todo" no responde a una creencia ciega en el presunto mito liberal de la autonomía del Banco Central: es político en el sentido más "primitivo" del término. "La próxima vez votamos a otro y listo" es la conclusión dada de antemano. Los Kirchner son buenos administradores, y la gente supo votarlos por eso. Es lo único que, a pesar de todo, reconoce de positivo (mejor, de "no negativo") en el gobierno. Podemos acordar que Cristina dando cifras aburre, o no se la entiende, o lo que sea, pero así como "las formas" son bien concretas -se puede votar contra ellas-, también los "datos duros" tienen un contenido simbólico: siete años de crecimiento económico y de mejoras en la situación social general luego de una crisis fenomenal son más que la chance de una tercera vuelta. Se trata de la memoria que el kirchnerismo está construyendo para preparar la derrota. ¿Qué significan esas largas series de números sino el goce del estadista, o la certeza y la confianza de que una buena administración puede mejorar las condiciones de vida de los habitantes de un país? Ese goce es el que crispa. Contra ese goce arremete la oposición. Torcerle el brazo al gobierno, obligarlo a hacerse cargo de un ajuste, es lo que quiere. La oposición sin proyecto sabe que no podría gobernar con un recuerdo positivo de la administración kirchnerista. Por eso, se trata de abortar ese recuerdo. Porque en una coyuntura en la que no se avizoran grandes movilizaciones sociales ni procesos de construcción política popular, los números importan. No son sólo números. El recuerdo de Alfonsín padre puede ser positivo. Pero su gobierno terminó con la híper y de eso, todo el mundo, -la gente-, se acuerda.

lunes, 1 de marzo de 2010

Ya Héctor Recalde le puso palabras a lo que sentí esta mañana: desde que me introduje en la vida política del país a fines de 2001 hasta la 125 me sentí cómodo siendo opositor. Hoy me siento orgulloso de ser oficialista. La crítica y la alegría son kirchneristas.

domingo, 28 de febrero de 2010


El fenómeno Fort es un fenómeno político. Así lo prueba el hecho de que no solo cronistas varios sino también el propio Estado procuren entender a Ricky, o mejor, lo que Ricky significa. Para Sandra, es el signo más evidente de la reacción neoliberal. Para Daniel Rosso, de la Secretaría de Medios de la Nación, es un síntoma de la falta de proyecto de país de ciertos sectores medios. Martín construye una parábola precisa para cuestionar el anti-progresismo superficial de Fabián Casas, quien intenta salvar al único famoso que dice la verdad. El comentador Maiakovski le contesta a este último develando una operación mercadotécnica.
Ricky fue el suceso que le permitió a Tinelli continuar su programa en la segunda mitad de 2009, luego de que Gran Cuñado cumpliera el cometido de dibujar con una parodia la imagen del candidato del rechazo. Vive de los dividendos que genera la venta del chocolate emblema de la industria animada nacional pero quiere replicar en la costa argentina el Paraíso descripto en los libros sagrados del menemismo: una playa de Miami, donde comparte su alegría con su novia de platino y siete bellos y marcados muchachos a quienes él mismo bautizó "gatos". Fort se apropió de la imagen simplificada que cierto progresismo construyó de los noventa para justificar el hecho de que el origen de su riqueza no es el trabajo, y que el destino de la misma no es la inversión. Ricky no adhiere al modelo K y su vida, su imagen, sus habilidades y sus proyectos insisten en ello. Pero no es nostálgico: no le gusta recordar su juventud triste allá por los noventa. Fort le pone el cuerpo y la voz a la reacción que anhela convertirse en proyecto político. El mundo de Fort es armónico e idílico: en él se subliman la disgregación y los enfrentamientos múltiples de la oposición. En él los conflictos solo pueden venir de afuera. En él la entelequia del consenso se hace carne. El mundo de Fort es un imposible, un deliberado artificio. Sí, Sandra Russo tiene razón: es el Mal. Y al Mal se lo descubre pisándole los pies.

lunes, 22 de febrero de 2010

MILLED RICE

Las fotos que Martín sacó en Haití son complejas. Dan cuenta de una realidad compleja. El casco azul que sostiene al nene mientras conversa familiarmente con su madre y el cartel prohibitivo, la perspectiva desde la pila de escombros y el hombre posando frente a la pared que acaba de levantar, la mirada más o menos resignada o más o menos rabiosa de las ciudadanas y la tristeza administrada del presidente. Hemos aprendido, aprendemos diariamente a instalar esa complejidad, a repetirla casi, en la indagación histórica o sociológica. Hemos aprendido a rechazar tanto la persistente ortodoxia como el progresismo simplista. Que K no es lo mismo que M, que Fort no es el Mal, que las letras redondas surcadas por la cinta celeste y blanca no volverán. Pero ¿cómo evadir ese recorrido nítido por las bolsas de polipropileno de USAID, en definitiva tiradas una encima de las otra? ¿Qué agudeza intelectual o política puede ganarle a semejante imagen?

jueves, 18 de febrero de 2010

Ezeiza y choripán


Una neblina húmeda campea sobre Ezeiza. Una piba linda y arreglada que está acompañada por una señora que probablemente sea su madre se acerca al puesto con la intención sabida de comprar unos choripanes. Es una día de fiesta; la fiesta de la familia popular. En los pocos minutos que dura la transacción, se escuchan unos disparos. La joven le pregunta al vendedor qué pasa, aunque ya se lo imagina, lo sabe, lo toma con "naturalidad", ese es el barro político que amenaza con hacerse evidente ese día brumoso de la historia, un día "de Billiken". El vendedor de choripanes hace un comentario cómplice: "No es nada, vio cómo son estos muchachos..." La piba y la señora tendrán que rajar en poco tiempo de ahí, y el vendedor también. La señora, vieja militante peronista, querrá quedarse, pero su hija, conocedora de las dificultades de la coyuntura, la obligará a salir rápidamente de ahí.
Esa es la parte que más me gustó del capítulo CFK de Presidentes de Latinoamérica. No se trata solamente de la articulación gastronómica de la disputa por el sentido del peronismo y su realización política en 1973. El choripán, el consenso tácito entre la piba y el vendedor, es el lenguaje político por excelencia. Cristina Fernández cuenta los setenta con humor, no con dramatismo. La historia se repite como comedia, y el recuerdo tendrá necesariamente una forma adecuada a su objeto. Idealizar es construir(se) una imagen cerrada, estática y homogénea del mundo. Frente a esa imagen, la contrastación necesariamente política entre la teoría y la práctica se convierte en rechazo evasivo, en edificación de un mundo feliz que solo devuelve frases cristalizadas y complicidades ciertas. La tragedia es una entelequia; Haití no es un terremoto. El humor es crítico, pone en crisis interpretaciones transparentes y perfectas. El humor es brumoso, es la bruma que amenaza con hacer evidente el barro.

sábado, 13 de febrero de 2010

Número Cero


Como intervención política en la crisis BCRA de enero, CTA-ADUNS emitió una declaración de rechazo al Fondo del Bicentenario propuesto por el Ejecutivo, apelando al viejo tópico de la "ilegitimidad" de la deuda externa que conoció su vidriera más nítida en los últimos meses del gobierno de la Alianza y en el default pop de Rodríguez Saá. La condena al FB se centró en el supuesto de que la deuda era la responsable de que millones de nuestros niños no tengan qué llevarse a la boca, a causa del servilismo de cumplir religiosamente con espurios compromisos contraídos en dictadura. Bastó que un docente y afiliado al gremio retrucara la declaración para que se sucedan siete entradas en las que posiciones políticamente situadas difícilmente pudieron saltar el cerco de la constelación rememoradora de las viejas luchas contra el imperialismo, devenidas versículos siempre al alcance de la mente. Parece difícil hacer callar a los profetas de la objetividad capitalista apelando a categorías tan esquivas como "lo posible", o a identidades políticas decisivas como el peronismo. La fisura del mundo en el que vivimos, la plusvalía, se convierte en la negación de la historia, en el rechazo teleológico de una dinámica definida por avances y retrocesos, desvíos y rupturas, repeticiones más o menos paródicas. La historia como continuidad lineal y homogénea, como tiempo sagrado del capital, se hace de consignas cubiertas de polvo, prestas a desempolvarse cuando surjan las condiciones adecuadas -cuando los otros, los que se meten en el barro profano de la gestión, las generen-. El no pago de la deuda externa por ilegítima es una de esas consignas. Surgida (o resurgida) al calor de las últimas maniobras de un gobierno desesperado por paliar el déficit fiscal para seguir endeudándose, sus quince minutos de fama terminaron con la objetividad económica vuelta eslogan político: Rodríguez Saá anunciando el default. ¿Por qué la izquierda retoma banderas inevitablemente adheridas a los rasgos más grotescos de un modelo económico que progresivamente va quedando en el pasado? ¿Por qué ese blindaje al interés en revisar, problematizar, reajustar, la consigna desde un presente distinto? ¿Cómo hundir la proclama en la materialidad de la historia, refractaria de la sagrada ganancia?