jueves, 28 de octubre de 2010

Kirchner: reconocer la Nación


Un argumento que se repitió hasta el cansancio el día de hoy: Néstor le devolvió su lugar a la política. Me acuerdo cuando en marzo de 2008, confrontando opiniones con mi viejo sobre el paro patronal le dije que estaba contento porque parecía que había vuelto la discusión política a la calle. Durante siete años, la política para mí se había convertido casi en una práctica de laboratorio. Lo primero que hice cuando entré a la universidad fue leer a Marx, meterme de lleno en el Centro de Estudiantes, casi como una cuestión natural. La política era, por ejemplo, el rechazo a la implementación de una tarjeta magnética que restringía el acceso a la universidad, el rechazo a la Ley de Educación Superior, el rechazo a la Ley de Financiamiento Educativo. El Estado era el depositario de todas las críticas, el enemigo en todas las luchas, el gigante que solo se vencería con organización y con presencia en la calle. El cambio de gobierno de 2003 fue solo un esperable cambio discursivo luego de una crisis fenomenal.

Pero de repente la política no tenía su epicentro en la universidad. La política era algo que pasaba por la calle, bloqueando rutas, tomando posición, discutiendo, mirando la televisión. En el 2008, me cayó en la cabeza algo que no estaba en los planes: la cuestión nacional. La experiencia de haber nacido y haberse criado en un determinado lugar, una experiencia que la universidad reduce, en el mejor de los casos, a objeto de estudio pasivo y filtrado por un conocimiento que separa el país de la experiencia del país.

Gracias, Néstor, por devolverme esa experiencia vital.

martes, 26 de octubre de 2010

La planilla del censista en el barro de la política


"Un saludo para todos los censistas y censados de la Argentina! Construyamos juntos y con la mayor eficacia posible una herramienta clave para definir las próximas políticas públicas." He aquí mi estado en el Facebook, similar al de muchos compañeros kirchneristas o filokirchneristas que andan pululando por la red social. Una constatación básica: es probable que a buena parte de la sociedad argentina le importe poco y nada la "madre de todas las batallas", que pocos hayan esperado el asesinato de Mariano para reafirmar su antikirchnerismo, etc., pero lo cierto es que la política se respira en el aire. ¡¿O acaso alguien se imaginó alguna vez que iba a levantar como bandera política un censo, algo en lo cual poca gente esperaría el puntapié inicial para la política que le solucionará al menos alguno de los problemas que tiene?!

Lo curioso es que en lugar de apelar a la cuestionabilidad del INDEC, los medios recurrieron al tan mentado tópico -inflado pero no por eso menos "real"- de la inseguridad. Es que hay algo interesante en el Censo 2010. No se trata de una actividad que uno pueda cubrir rápidamente del halo de sospecha gubernamental, ideada por un funcionario oscuro en una oficina que poco tiene que ver con la casa de uno. Hay algo irremediablemente colectivo en el Censo: mañana, cerca de cuarenta millones de argentinos se van a encontrar con más de 650.000 compatriotas para hablar, en el lenguaje de la estadística, esto es el lenguaje del Estado vuelto instrumento político, sobre sí mismos y sobre los suyos, sobre sus condiciones de vida. El Estado planifica y dirige, pero el Censo, en parte, es una construcción colectiva. No de cualquier colectivo. De ese colectivo difuso que alguien llamó "sociedad civil". Un colectivo artificial, como cualquier colectivo, funcional a los fines de una política de Estado. Una ciudadanía. El Censo construye ciudadanía.

El censo también es una buena oportunidad para apreciar los límites inherentes a cualquier estadística: un lenguaje estandarizado nunca coincide exactamente con el modo en que cada uno piensa y siente su vida. El censo construye una realidad absolutamente interesada: nadie "manipula" una estadística. Las estadísticas las hace alguien y ya desde el nacimiento están "manchadas". ¿No sería un buen momento para que el gobierno saliera a decir: "Muchachos, esto siempre es un invento. El problema es para qué lo usamos"? En ese sinceramiento nacen las políticas públicas. El gobierno se vuelve Estado y al mismo tiempo se recorta como gobierno que quiere más Estado. El Censo también es más Estado: es construcción de Ciudanía.

lunes, 14 de junio de 2010

La mejor canción de los mundiales.

viernes, 11 de junio de 2010

La eficacia de la ortodoxia


La guerra con Clarín está llegando a su clímax. Así lo muestra la aceleración del análisis de ADN de los hijos adoptivos de Noble y del dictamen de la Corte Suprema sobre la suspensión de la Ley de Medios. Así lo muestra, también, la ortodoxia militante de 6, 7, 8, observable no solo en la machacanería en torno a Marcela y Felipe sino también en la rigidez cartoneril del nuevo logo del programa. Este no es un post sobre 6, 7, 8, pero me permito la digresión de defender el programa frente a cierta actitud crítica que pulula por la blogósfera nac & pop. Allí (aquí, perdón) se valora más la respuesta de un Boudou en un programa de algún multimedio -de dudosa eficacia- que los archivos insistentes destinados a invitados que se parecen mucho. Hay algo cierto: el supuesto debate en torno al tape muchas veces no es más que superponer capas y capas de un retórica bastante insulsa. 6, 7, 8 no le propone al espectador que escuche las dos campanas y elija cuál le suena más nítida, o más contundente. No produce el debate, sino que más bien lo escenifica. Pero el target del programa es bien claro: la clase media progresista que se acostumbró a la desilusión (Alfonsín, la Alianza) y que sabe subirse al tren cuando algo interesante pasa en la política (y en los medios). Esa es la palabra de la class media: "interesante". Y esa clase gusta de la retórica: no le embola que Estela de Carlotto sea parte del decorado. Los Derechos Humanos son su jerga. 6, 7, 8 es un producto para una sector del mercado (perdón, sociedad) bien definido y concreto. Y en tiempos de intensa diversificación de la demanda (ah, porque en "lo económico", los noventa siguen), allí reside su eficacia política.

(Como se habrán dado cuenta, la digresión se comió el post. En la próxima va la reflexión inicial).

domingo, 6 de junio de 2010

Noticia

Mi compañero Leandro Beier acaba de poner en marcha su blog, con materiales provenientes de discusiones, publicaciones y otras experiencias políticas y ya desde el vamos -el encabezado- le hizo decir a los medios concentrados que aquí también la N (ación) crece. Este blog promete.

jueves, 3 de junio de 2010





Gracias
por envolver el vaso roto;
mi amor, vos me cuidás.

.Edoña, El Rekolector, 2007.

lunes, 31 de mayo de 2010

Periodizar es hacer política

*






I

"El Conu" publicó hace unos días una encuesta interesante: ¿Cuándo terminaron "los noventa"? Las cuatro opciones son: con M*nem, con Duhalde, con Kirchner y no sé. La encuesta reacciona contra el uso habitual de esa categoría como estrategia militante. Los noventa son "pasado-pasado", según Conu, y el kirchnerismo debe hacer política relacionándose con su pasado, no con aquel lejano. La encuesta reunió, hasta ahora, más de 200 votos y 50 comentarios. Cuatro blogueros publicaron entradas alusivas, justificando su voto y haciéndose eco de la encuesta. Los resultados parciales mayoritarios son 'con Kirchner' 54% y 'con Duhalde' 38%.

II

La pregunta por el fin de una época, en un formato de escritura periódica como el blog, da cuenta de que algunos nos sentimos en medio de una transición histórica, y que necesitamos definir el límite anterior (el inicio) de esa transición para posicionarnos mejor y ser eficaces para sumar. En 2007 fue suficiente marcar una diferencia: un "país distinto", dijo CFK en su discurso de asunción, marcando el final de una etapa. Después, la diferencia se convirtió en oposición. Luego del fracaso de la estrategia "Nosotros o el 2001", el kirchnerismo tenía que poder señalar el neoliberalismo, y ahí estaba la tapa de Clarín.

III

Yo voté por Duhalde: década del noventa no es igual a neoliberalismo -con el que seguimos luchando. Todavía no podemos nombrar el futuro, así que tomamos el atajo del pasado (1946, o 1974).

IV

Un comentarista ratificó mi tesis de que Ricky es cosa del presente.

V

Bicentenario: ¿De la fiesta menemista a la alegría kirchnerista?


(*) Para mí los noventa fueron Vilma Palma e Vampiros.