lunes, 26 de abril de 2010

110x75: o cómo hacer de lo irrisorio una ciencia

Voy a hablar de un blog sobre afiches de cine, administrado por mi colega Matías Gil Robert. Puede parecer impertinente cruzar el mundo de la política actual con el mundo del arte cinematográfico de antaño, la tradición nacional y popular actualizada en la coyuntura con el trabajo anónimo oculto por el aura de las estrellas de cine. Pero no. Habrá que usar otra cabeza para entender por qué una cuestión particularísima, referible sólo a un pequeño grupo de coleccionistas o aficionados, puede servir para entender la puja redistributiva en tiempos de Yrigoyen, o las razones por las cuáles una película argentina terminaba en un cine turco.

No se trata de una voluntad de análisis desmedida, sino de una intención deliberada por parte del autor del blog en hacer una ciencia nueva, que pueda ver en el cambio de tamaño de un afiche de cine el ingreso de la Argentina en una globalización asimétrica (a partir de los años noventa, precisamente, las medidas pasaron de 110x75 a 100x70, de acuerdo al patrón norteamericano). Toda ciencia incluye el acto de clasificar como momento decisivo: "Tipos de afiche según origen". Cualquier actividad cietífica parte de la formulación de problemas: "El extraño caso del afiche mexicano del extraño caso del Hombre y la Bestia". El científico explicita su método: "Se puede leer la historia en un afiche de cine". Y es conciente de que sus resultados existen en tanto se escriben (se publican): a veces en forma breve y descriptiva, otras de manera más argumentativa y con cierta complicidad con el lector, pero siempre rigurosa.

Toda ciencia supone un posicionamiento político.

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