sábado, 8 de mayo de 2010


Últimamente estoy trabajando la idea de que Kirchner no puede encarnar ningún futuro, la nueva política, la nueva sociedad o como quiera decirse. Creo, más bien, que es el único que queda de la política nacional de los últimos cuarenta años que puede meter el país en el baúl del auto y llevarlo hacia un lugar distinto. Incluso podría pensarse la cuestión en términos generacionales: producir generaciones de políticos -y entre ellos, unos poquitos conductores- es una de las tareas básicas de un país. La generación que escuchó hablar de Evita a sus viejos, la que fue a Ezeiza a recibir a Perón, la que fue reprimida, la que participó de los noventa, tuvo dos timoneles de Estado: Carlos Menem y Néstor Kirchner, que fueron, ante todo, dos grandes normalizadores (cuando "los setenta" tenían que llegar a su fin para pasar a otra cosa, llegó Menem, y cuando esa otra cosa -la convertibilidad en su sentido más total, como reforma económica y cultural- hizo crisis, llegó Kirchner). La fábrica de dirigentes se encarga de que alguien tenga capacidad de atracción o lucidez histórica para encarar las reformas necesarias, para marcar un punto de inflexión en la historia. Y, por supuesto, un dirigente siempre pone un poco de lo suyo: acepta el reto, o está ahí, en el momento justo.

Cuando Menem se abstiene para que Marcó del Pont pueda ser presidenta del Banco Central, reconoce que en el asiento del conductor viaja Néstor Kirchner.

2 comentarios:

  1. La última frase, sobre todo, suena a interpretación un poco forzada de los hechos. Es decir, parece literatura, cosa un poco distinta y distante del barro de la política. No porque literatura y política no se toquen (después del grupo Contorno, en Argentina, no podemos decir semejante pavada), sino porque me parece que ese tipo de decisiones parlamentarias no se rigen por una lógica simbólica; al contrario, esos hilos se tejen y destejen de acuerdo a estrategias -la mayoría de las veces- cortoplacistas.

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  2. Buen punto. Vos hablaste de un "puente dorado" para simbolizar la continuidad en clave Marcó del Pont. Las metáforas ayudan a hacer más clara una idea, también; no son patrimonio de la lengua literaria. Buscaba algo menos historiográfico que "transición", menos trillado que "bisagra" y menos alegórico, porque para estas cosas, la religión sirve de diez. Gracias por el comment! Un abrazo, Lucho

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